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Vlog vino

Quien no sabe disfrutar de un vino barato.

By 11/08/2025No Comments

Si no te gusta un vino barato, quizás no sabés tomar vino

Descubrí por qué saber disfrutar un vino barato es clave para entender uno caro. Sensibilidad, no precio, define el verdadero placer del vino.

Estábamos en una reunión de amigos. Alguien trajo un vino del supermercado, y otro hizo un gestito de desprecio, casi de asco.

—Yo solo tomo vinos de $20.000 para arriba. Si sale menos, es vino común.

Y yo, en mi cabeza, le contesté:

—¿Y si el problema no es el vino, sino vos?

(No me dieron los huevos para decirlo en voz alta, pero todos aplaudieron. En mi imaginación).

Esa escena me dejó pensando.
Porque realmente creo que quien no puede disfrutar de un vino barato, no está en condiciones de apreciar un vino caro.


¿Por qué?

Hay quienes creen que el precio determina la calidad de un vino. Lamentable.

En el mundo del vino, saber disfrutar de una botella “barata” —una sin etiquetas doradas ni marketing pomposo— requiere algo que no se compra: sensibilidad.

Es como con la música: si no podés emocionarte con un hombre y su guitarra cantándole a su caballo, tal vez tampoco puedas entender lo que pasa en una orquesta sinfónica.

Entonces, para entender por qué algunos vinos nos resultan “mejores” que otros, vamos a desmenuzar tres preguntas simples:

    • ¿Qué determina la calidad de un vino?
    • ¿Qué determina su precio?
    • ¿Por qué algunos vinos cuestan más de lo que valen, y otros valen más de lo que cuestan?

1. ¿Qué determina la calidad de un vino?

La enología y la ley argentina nos dan una pista clara. Para que un vino sea considerado “de calidad”, tiene que cumplir algunos requisitos básicos:

    • Usar uvas de vitis vinífera (la uva del vino, no la de mesa).
    • Haber fermentado el jugo para que genere alcohol.
    • Estar libre de defectos.

O sea, si el vino que compraste en el súper no tiene defectos, es técnicamente un buen vino. Aunque venga en cartón.

¿Y qué se consideran defectos? Cosas como:

    • Olor a vinagre
    • Sabor a cartón mojado
    • Retrogusto amargo
    • Presencia de alcohol etílico (tipo vodka)
    • Sabor a cuero curtido (la próxima vez que compres un cinturón, metételo en la boca… bueno, no, pero más o menos así)

Ahora bien, un Gran Enemigo o un Catena Zapata Estiba Reservada claramente no tienen la misma calidad que un Portillo o un Cordero con Piel de Lobo.
Entonces, ¿qué es lo que los diferencia?


2. ¿Qué determina el precio de un vino?

Principalmente: la calidad de la uva.

Pensalo como con la fruta del verdulero. No es lo mismo una banana pasada que una firme, ni una naranja dulce que una ácida. Con la uva, lo mismo: cuanto mejor es el fruto, mejor puede ser el vino.

Pero lograr una buena uva cuesta:

    • Proteger los viñedos del granizo
    • Fertilizar
    • Podar a mano para no dañar las uvas
    • Encender fogatas en las noches frías para evitar heladas
    • Acompañar la vid durante décadas hasta que dé su mejor fruto
    • Pagarle a un agrónomo para que te diga cómo hacer todo esto bien

Después viene la bodega:

    • Barricas de roble para microoxigenación
    • Tiempo de estiba
    • Técnicas que intensifican el vino (como descartar parte del jugo)

Todo eso suma costos. Y eso, lógicamente, se traslada al precio.


3. ¿Y el vino barato?

¿Tiene uvas de peor calidad? No necesariamente.

En muchas bodegas, la uva de una misma finca puede ir a parar tanto a un vino de $10.000 como a uno de $80.000. La diferencia está en el proceso posterior.

Los vinos más baratos suelen ser más simples, con menos complejidad de aromas y sabores. Quizás no pasaron por barrica, o no tuvieron crianza prolongada. Pero eso no los hace malos.

Un vino de entrada de gama puede ser una gran elección si querés algo liviano, directo, sin vueltas. Y eso también es válido. A veces incluso es lo que uno necesita.


Entonces, ¿el precio define la calidad?

No.

En un mundo ideal, sin etiquetas ni apellidos famosos, el precio de un vino debería estar determinado por:

    • La calidad de la uva
    • La complejidad organoléptica (sabores, aromas, estructura)
    • Los costos reales de producción

Pero vivimos en un mundo donde vemos etiquetas, escuchamos historias y caemos rendidos ante el relato.

Eso también influye en el precio. Y de eso vamos a hablar en otro artículo, que me muero de ganas de escribir.


En resumen

Si no podés emocionarte con un vino simple, no vas a saber qué buscar en uno complejo.
Porque el lujo sin sensibilidad, es solo marketing.

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